A falta de 69 días para la elección de las sedes para los Mundiales de 2018 y 2022, llega el momento de analizar cada una de las sedes, pero antes es necesaria una introducción al proceso de elección del acontecimiento más importante del mundo.
A diferencia de en ediciones anteriores, desde el 2006 ya no existe la política de rotación de continentes que había en la FIFA antaño. Si embargo, los países de las confederaciones que hayan albergado una de las dos Copas del Mundo anteriores no pueden presentarse como sede, por lo que ningún país sudamericano podrá albergar las Copas del Mundo de 2018 y 2022 y ninguno africano podrá albergar la de 2018, aunque sí la de 2022. Además, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, anunció que premiarán a las candidaturas de un sólo país, discriminando a las conjuntas.
En enero de 2009 la FIFA inició la recepción de candidaturas, y para el cierre del plazo en febrero de ese mismo año había 11 propuestas: la de España y Portugal, la de Bélgica y Países Bajos, la de Estados Unidos, la de México, la de Inglaterra y la de Rusia, todas ellas para 2018 y 2022, y la Australia, la de Japón, la de Corea del Sur, la de Indonesia y la de Qatar solamente para 2022. Finalmente, México e Indonesia retiraron sus candidaturas debido a diversos problemas.
El 14 de mayo de este años la FIFA terminó de elaborar los informes de cada candidatura, y tomará su decisión final el 2 de diciembre con un proceso de elección similar al utilizado para elegir las sedes de las Olimpiadas, es decir, con una serie de votaciones que culminan cuando una propuesta obtiene la mayoría absoluta, mientras que en cada ronda que esto no ocurra se elimina a la peor votada.
Así, esperemos que España junto a Portugal obtenga la posibilidad de maravillar al mundo con la organización de la Copa del Mundo. Próximamente un análisis de las candidaturas por separado.
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