El cierre del mercado de traspasos y el "escándalo" mediático de Wayne Rooney han vuelto a poner en la palestra el tema del (mal) comportamiento de los deportistas; estos que se "aprovechan" de su fama y fortuna para hacer lo que les venga en gana. La prensa se rasga las vestiduras, pero la verdad es que cada vez que hay un escándalo se venden más periódicos. Es una ley de la vida.
Dos errores muy grandes se cometen a la hora de juzgar los escándalos mediáticos.
El primero es pensar que los deportistas deben ser modelos a seguir. No lo son, y nunca lo serán. Son personas igual que usted o yo, con todos sus problemas y virtudes pero con una gran diferencia… su vida es bastante pública. Que si Rooney, Crouch, Benzema, Terry y demás son infieles… bueno, ¿cuánta gente no lo es? Ah, pero la hipocresía nos dice que como son figuras públicas deben ser modelos de comportamiento… tremenda falacia que se perpetúa todos los días en las salas de prensa del planeta ¿Por qué pretendemos juzgar a las figuras públicas de manera diferente a como juzgamos nuestra propia vida privada? Por una razón muy sencilla: nuestra sociedad es voyeurista, amamos los "reality shows" y sobre todo los escándalos de la farándula.
El segundo error que se comete es ignorar el impacto que tienen estos escándalos en el comportamiento meramente deportivo. Por supuesto que hay casos extremos, como Romario, un tipo que podía llegar a un partido sin dormir y pasado de copas, pero igual marcaba tres goles. Estos casos son la excepción. Miremos a Ronaldinho y Robinho. La nueva dupla de la "fiestinha" milanista es notoria por su amor al licor y los excesos, y sin embargo por alguna extraña razón los equipos piensan que su talento es suficiente para darles contratos enormes y esperar que su rendimiento en la cancha sea mágico. Y ojo, puede que lo sea, pero la historia no está a su favor.
Otro caso, Balotelli. Sí, el mismo que se puso una camiseta del Milan mientras jugaba con el Inter. El que fue detenido por la policía tras andar disparando una pistola de juguete con sus amigotes en el centro de Milán. El que chocó su Audi A8 no más llegar a Inglaterra. Ah, pero el City cree que puede aguantar todo eso mientras haga goles… el problema es cuando los goles no lleguen.
Así podemos seguir enumerando casos, o más fácil, revisen su página de deportes preferida para leer las aventuras de sus jugadores favoritos... de seguro habrán divertidas historias de alcohol, drogas, mujeres fáciles y autos veloces. Lo curioso es que la mayoría de los lectores se encontrarán secretamente disfrutando de la fantasía que viven los famosos mientras los condenan a viva voz en su lugar de trabajo; mientras tanto en alguna oficina de… Milán tal vez… los directivos de un equipo X simplemente buscan la mejor manera de ignorar el comportamiento mientras los resultados aparezcan en la cancha.
Es por lo anterior que resultó tan refrescante la frase de Pep Guardiola que da título a este post. "La persona va siempre por delante del jugador". Uff ¡Qué categoría! ¡Qué señorío! Y que manera más elegante de decir lo siguiente : "El comportamiento de Zlatan Ibrahimovic no es correcto y afecta a mi equipo, así que ya no lo quiero". No necesitó decir más el Pep, aunque lo tildaran de filósofo con problemas personales. No había más que decir.
Y tiene razón el Pep. Hay excepciones por supuesto, pero no me cabe duda que el carácter de un jugador afecta su rendimiento. Por suerte el mundo del fútbol nos regala gente como Guardiola, Messi, Raúl, Casillas y demás cuyo comportamiento (por lo menos hasta donde sabemos) sí puede utilizarse como ejemplo, tanto deportivo como personal. No es su deber ser ejemplos, pero es refrescante que puedan serlo. Otros… parece que terminan en Milán.
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